viernes, 5 de noviembre de 2010

¿Existió una civilización que coexistió con los dinosaurios?

El hombre siempre ha soñado con encontrar aquellas fabulosas remotas civilizaciones que cuentan múltiples mitos y leyendas. Y tal como he comentado en mi bienvenida al blog, a pesar de los miles de años transcurridos y de las múltiples catástrofes sufridas por este planeta a lo largo de su dilatada historia, todavía se van encontrando vestigios que ayudan a completar el puzzle Y generalmente se encuentran esporádicas y limitadas pruebas de la existencia de otros hombres y de otras culturas e imperios remontándonos en el pasado hasta unos 15.000 años.

Una de las últimas sorpresas que nos ha deparado la Paleontología ha sido el descubrimiento del «hombre de Leakey», en Olduvai (Tanzania), de una edad estimada máxima de un millón de años. Pero este hallazgo de los Leakey, eminente familia de paleontólogos y antropólogos, constituye tan sólo un hecho aislado. Aunque luego se han encontrado otros restos más antiguos de homínidos en distintas partes del mundo que han ampliado la posible antigüedad del hombre hasta unos pocos millones de años.

Evidentemente esta antigüedad del ser humano en la Tierra anula cualquier posibilidad de coexistencia con los grandes dinosaurios.

Por otro lado los paleontólogos se siguen preguntando por qué estos animales prehistóricos tan numerosos y resistentes desaparecieron súbitamente de la faz de la Tierra. ¿Cómo puede explicarse este singular hecho? La repentina extinción de estos millones de gigantescos saurios que dominaban los antiguos continentes del planeta era, en efecto, una incógnita fascinante. Muchos de esos gigantescos saurios habrían permanecido o se habrían transformado, adecuándose a las nuevas necesidades de sus hábitats. Pero nada de eso ocurrió.

En 1980 un grupo de investigadores liderados por el físico Luis Álvarez (Premio Nobel) descubrieron, en las muestras tomadas por todo el mundo de las capas intermedias entre los períodos Cretácico y Terciario de hace 65 millones de años, una concentración de iridio cientos de veces más alta que lo normal. El final del cretáceo coincide con la extinción de los dinosaurios y de los ammonites.

Plantearon así la llamada “Hipótesis de Álvarez”, conforme la cual la extinción de los dinosaurios y de muchas otras formas de vida habría sido causada por el impacto de un gran meteorito contra la superficie de la Tierra hace 65 millones de años. El nombre de la hipótesis se debe a los dos científicos que propusieron la hipótesis en 1980: Luis Álvarez y Walter Álvarez (padre e hijo).

Para demostrar esta hipótesis, las investigaciones se centraron en encontrar una capa en la corteza de la Tierra con niveles elevados de iridio. Los niveles del iridio son generalmente más altos en asteroides y otros objetos extraterrestres. La evidencia del iridio fue descubierta anteriormente al descubrimiento del cráter de Chicxulub, en la península de Yucatán.

Por tanto, si consideramos que el último dinosaurio murió hace unos 65 millones de años, y que los hombres u homínidos (que se sepa) habitaron la Tierra desde hace unos 4 millones de años, entonces parece imposible que un hombre jamás hubiera visto un dinosaurio. Sin embargo, hay evidencias de que realmente los hombres y los dinosaurios vivieron juntos en el pasado. Y esto solo se puede explicar con dos alternativas: o el hombre ha estado en la Tierra hace más de 65 millones de años o han existido dinosaurios hasta épocas mucho más recientes de lo que pensamos.

Se han encontrado dibujos en cuevas, en la región del Gran Cañon del Colorado y otros lugares, que parecen mostrar dinosaurios, mamuts y otros animales extintos. Asimismo, hay una cantidad de leyendas que parecen relatos de encuentros entre hombres y dragones, una versión mitológica de los reptiles gigantes.

En la epopeya de Gilgamesh (3000 aC) se dice que mató a un dragón gigante que devoraba árboles y otras plantas. En dos capítulos del libro de Daniel en la Biblia hay un recuento de un dragón que los babilonios adoraban. Alejandro Magno y su ejército dijeron que encontraron un dragón que estimaron tener una largura de 33 metros, un una cueva en la India. En China hay una gran cantidad de leyendas y dibujos que indican que reptiles gigantes vivieron allá en el pasado. Incluso mencionaban que una familia real usó algunos reptiles grandes para tirar de su carruaje.

También la gente de los países nórdicos construyó sus barcos con representaciones de dragones marinos. Se habla de un tipo de dragón que tenía grandes patas traseras y patas delanteras cortas, igual como sabemos que existieron por los huesos fosilizados. De relatos más recientes tenemos recuentos de héroes que mataron dragones. Se dice que Beowulf y San Jorge mataron dragones y sus descripciones corresponden de manera notable con las reconstrucciones modernas de varios tipos de dinosaurios.

Del el siglo 10 dC nos llega un relato irlandés en que hay una descripción de un estegosaurio. Nerluc, en Francia, debe su nombre de un hombre que mató un dragón cuya descripción es muy parecida a esa de un triceratops. Libros de ciencia y escritos de naturalistas del siglo XIV indican que los dragones eran aún animales vivientes, aunque ya casi extinguidos.

Hay varios recuentos de reptiles voladores en la historia. Herodoto describió correctamente las características de un reptil reconocido por restos fósiles en tiempos modernos. La tribu de los Sioux se refiere a un pájaro de trueno. Su descripción y dibujos coinciden con ese dinosaurio volador que hoy llamamos teranodon. En Inglaterra se reportó un reptil volador durante el siglo XV.

También actualmente hay informes de testigos que han visto algunos tipos de reptiles gigantes, caminando, nadando o volando, en Australia y en África, cerca de bosques tropicales, en varios lagos del mundo y en el mar. El más famoso lugar es Loch Ness, donde miles de personas han visto y fotografiado un monstruo, que parece un tipo de Plesiosauro. Pero, no es el único lugar, y hay miles de testigos que han visto reptiles gigantes en otras partes del mundo.

Pero todos estos descubrimientos y relatos han quedado empequeñecidos, aunque la ciencia oficial los ignora, por los descubrimientos efectuados hace unos cuantos años en un lugar de Perú, situado en un desierto blanco y pedregoso del Departamento de Ica, por el doctor Javier Cabrera. Ica es un departamento que está ubicado al oeste del Océano Pacífico y al norte de la región de Nazca, lugar famoso por sus enigmáticas pistas El doctor Cabrera habría descubierto la más sorprendente prueba de la existencia de otra civilización que pobló el planeta posiblemente hace millones de años, ¡en la época de los Dinosaturios!

A diferencia de los restos antes mencionados a los que se aplican una serie de teorías y conjeturas sobre la existencia de homínidos remotos. Esta vez se trataba de múltiples pruebas materiales. El doctor Cabrera había logrado reunir en su casa de la ciudad de Ica hasta un total de 11.000 piedras en las que aparece grabado el más antiguo mensaje del que tenemos noticia.

Son once mil piedras de todos los tamaños en donde una remota civilización recopiló sus conocimientos. Hay desde algunas muy pequeñas, de apenas 50 ó 100 gramos, hasta otras de 40 o más kilos. Y en ellas pueden verse grabados con conocimientos en astronomía, zoología, medicina, biología, etc… Y viéndolas se tiene la impresión de que la vida en el planeta probablemente llegó del espacio.

Las piedras de Ica describen una civilización que al parecer habría llegado a convivir con los dinosaurios. En una de las piedras se muestran grandes saurios prehistóricos. Allí se explica la manera de destruir al stegosaurus, un saurio prehistórico perteneciente a la rama de los dinosaurios blindados y que vivió en el período Jurásico. En el altorrelieve de la amarillenta piedra pueden distinguirse las placas óseas verticales que se extendían a todo lo largo del lomo del animal, así como la doble fila de placas que protegían a este dinosaurio. Y también vemos en su cola una serie de pinchos, que le servían como arma defensiva.

Esta civilización también grabó el ciclo biológico del stegosaurus no sólo para ofrecer un conocimiento de zoología, sino también para explicar que la única forma de exterminar a este saurio era destruyéndolo desde sus formas más primitivas. Puede verse una hembra del stegosaurus, que se diferencia del macho por su cuello más largo, así como también el proceso de metamorfosis que sufrían las crías. Junto al stegosaurus adulto también grabaron las crías. Primero sin patas, luego con las dos patas anteriores y después con las patas posteriores. A esto se le llama metamorfosis.

Sin embargo la Paleontología enseña que los reptiles prehistóricos no experimentaban metamorfosis. Los nuevos saurios nacían de un huevo, pero ya con su forma definitiva. Por lo tanto lo que se indica en las piedras no encaja con lo que enseña la ciencia actual. Hasta ahora habíamos creído que los reptiles prehistóricos nacían de los huevos con sus formas completas. Pero estos grabados nos están mostrando lo contrario.

Nadie podría reflejar un conocimiento tan exacto del ciclo biológico de un animal si no lo hubiera observado meticulosamente. En una de las piedras varios hombres portan armas y están hiriendo al animal, ya que se supone que estos grandes saurios amenazaban la vida de aquella civilización.

Durante la Era Secundaria muchas especies de estos enormes saurios se extendieron por todos los continentes y mares. Y el hombre de aquel tiempo suponemos que no tuvo más remedio que declararles la guerra. Por eso en estas piedras, cuando aparecen escenas de caza de dinosaurios, siempre se extienden las matanzas hasta las crías de los animales antediluvianos. De esta forma, con la muerte del macho y de la hembra y la destrucción de los huevos y las crías conseguían un exterminio prácticamente completo. Rompían su ciclo biológico.

Los altorrelieves cubren la superficie de la piedra, explicando primero el ciclo biológico del stegosaurus para pasar a continuación a otra secuencia desconcertante. Dos hombres de extrañas caras se habían situado sobre el lomo del animal. Y parecían atacar al gran saurio. El stegosaurus medía unos seis metros de longitud. Y aunque parece ser que se alimentaba de vegetación, puede comprobarse en las piedras que también atacaba al hombre. Pues bien, ésta parece ser una de las razones por las que esta civilización prehistórica emprendió también la guerra contra el stegosaurus.

Este enorme saurio tenía en la cabeza un hueso tan débil que con un golpe se le podía matar. Pero, ¿cómo se las arreglaban estos cazadores para llegar hasta el cráneo? Según puede verse los dos seres parecen caminar sobre el lomo del animal prehistórico.

El stegosaurus, como otros reptiles, disponía de un cerebro normal y de un ganglio pélvico que regía el automatismo de la parte posterior del cuerpo del animal. Esto ha sido reconocido por la Ciencia actual. De ahí que se les haya llamado también saurios de doble cerebro.

En su columna vertebral se producía un ensanchamiento superior al del cerebro propiamente dicho y que tenía por finalidad el control de esa zona posterior del gran saurio. Pues bien, los cazadores subían por la cola —concretamente por el estrecho corredor que quedaba entre las dos hileras de placas óseas— y llegaba hasta la altura de la cintura escapular. Esa doble dependencia era fatal para el animal, puesto que hacía insensible su cola. Y esto lo sabían los hombres de las piedras grabadas. Ascendían por el lomo del saurio hasta que éste sentía algo sobre la zona del ganglio pélvico. En ese instante el stegosaurus volvía la cabeza y el cazador le podía romper el cráneo de un golpe.

Se han llegado a reunir series de grabados para otras especies de saurios, como el triceratops, el tyrannosaurio, el megaquiróptero (murciélago gigante), el stegosaurus y el agnato. De estos animales se dispone series completas, mientras que de otros se tienen solo series parciales. Por ejemplo, sobre el agnado, peces sin mandíbulas, hay más de 100 piedras. pude comprobar la evolución, la clara metamorfosis de este pez prehistórico que vivió en nuestros océanos en el período Devónico (Era Primaria o Paleozoica) y al que se le señala, por tanto, más de 320 millones de años.

Según indica la Paleontología, estos peces sin mandíbulas son los primeros vertebrados conocidos. Sus restos se encuentran ya en el período Silúrico, pero son comunes sólo durante el referido período Devónico. Algunos —sigue afirmando la Paleontología— vivieron en el mar, y otros, en agua dulce. La única especie de agnato conocida en la actualidad fue encontrada en Vietnam. La mayor parte disponía de un casco óseo alrededor de la cabeza y parte frontal del tronco, así como gruesas escamas también óseas sobre el resto del cuerpo.

Hay varias piedras de gran peso con grabaciones de este mismo tipo de pez sin mandíbulas, pero, con una sensacional diferencia respecto a las anteriores piedras. En este caso, el agnato aparecía devorando una pierna humana. Estos peces eran gigantescos. Los agnados actuales son muy pequeños. Es decir, con estos peces prehistóricos sucedió exactamente igual que con los grandes reptiles de la Prehistoria. Los descendientes» actuales han visto reducido su tamaño hasta extremos insospechados.

En otras enormes piedras hay también grabaciones y altorrelieves con otros tipos de dinosaurios. Así como con el stegosaurus no había mucho peligro para los cazadores, no sucedía lo mismo con el tyrannosaurio. Este formidable monstruo carnívoro tenía el cuello corto y robusto y la cabeza provista con poderosas mandíbulas. La Paleontología asegura que hizo su aparición a finales del período Cretácico, es decir, hace más de 65 millones de años. Tenía quince metros de longitud y seis de altura, y sus patas delanteras eran tan cortas que, según parece, no podían llegar hasta la boca.

El tyrannosaurio era sin duda uno de los más terroríficos e implacables enemigos de esta civilización prehistórica. Y contra él fue dirigida gran parte de la operación de destrucción. Pero la táctica para exterminarlo no podía ser idéntica a la empleada en el caso del stegosaurus. En una de las piedras se reproduce la figura de uno de estos feroces monstruos del Cretácico. Y junto a él se ven hombres que portan armas. El tyrannosaurio era un animal sumamente peligroso. ¿Qué hacían entonces los cazadores?

En primer lugar, tal y como ve en la piedra, le dejaban ciego. De esta forma, otro cazador podía ascender por la cola y lomo del animal, golpeándole en la cabeza. Pero, no en cualquier punto del cráneo. El arma que porta el hombre tiene una especie de rayado. Y en la cabeza del tyrannosaurio han grabado también otro punto, con un rayado idéntico al del arma. Pues bien, eso parece indicar que debían golpear al monstruo prehistórico en una zona concreta del cráneo.

Estas nociones precisas de la anatomía de un tyrannosaurio, de un stegosaurus, de un triceratops, etc., así como de sus ciclos biológicos, sólo pueden revelar un conocimiento profundo de la fauna existente en aquella remota época. Un conocimiento que sólo podría producirse de haber coexistido con dichos seres.

Distribuidos a la perfección entre las dos caras de otra piedra puede verse un enorme pájaro, aparentemente mecánico, sobre el que vuelan dos seres que portan sendos telescopios y con los que miran hacia la tierra. Pero, ¿qué buscaban aquellos hombres? La respuesta estaba también en el grabado. A ambos lados de la piedra, y coincidiendo precisamente con su parte inferior, aparecen los grabados en altorrelieve de dos dinosaurios. Un tercer hombre, idéntico a los que se encontraban sobre el pájaro, descendía hasta el lomo de uno de los dinosaurios y mientras se sujetaba al pájaro con una especie de cable, con la otra mano hundía un cuchillo en el cuerpo del animal.

En aquel grabado también hay otros tres elementos sorprendentes. Se trata de lo que parecen ser tres lunas situadas en distintas posiciones del cielo en el que se movía el gran pájaro. Parece ser que estos seres habían conseguido vencer la fuerza de la gravedad y disponían de aparatos voladores que en las piedras aparecen representados como pájaros.

Aparentemente esas máquinas voladoras les permitieron extender su guerra contra los saurios prehistóricos a todo lo largo y ancho del planeta. En muchos casos, como en el del tyrannosaurio, cegaban al animal, lanzando una descarga sobre el mismo. Esto les permitía descender desde sus aparatos voladores para rematar al monstruo o bien ascender hasta su cabeza por la cola y el lomo.

Esta es una de las más impresionantes piedras de la gran biblioteca de piedra. Allí se mostraba la existencia de una civilización con tecnología avanzada. Hasta el momento, ninguna de las teorías a favor de la existencia de remotas civilizaciones se había podido apoyar en pruebas tan concluyentes. Según se deduce de los distintos grabados, el hombre prehistórico luchó intensamente contra los dinosaurios y demás reptiles. Fue una guerra a muerte, sin tregua. Una guerra que fue más allá que la matanza de los saurios, puesto que se rompió el ciclo biológico de estos animales prehistóricos, anulando así la supervivencia de estas especies.

Muy probablemente la combinación de estas matanzas masivas y el formidable cataclismo explican esa súbita extinción de los más formidables y terribles animales que jamás hayan poblado la Tierra. De no haber sido por estas razones, tal vez hoy seguirían poblando y dominando el planeta.

Según las piedras también parece que en aquella época remota la Tierra tenía tres satélites. Se deduce que un posible desfase en el magnetismo de la Tierra fue provocando un desajuste en las órbitas de dos de estas Lunas, que terminaron por caer sobre el Planeta. Este impacto terrorífico convulsionó los continentes y océanos, provocando una formidable catástrofe. Pero, ¿cuándo tuvo lugar realmente dicho cataclismo? Las piedras grabadas parece tienen la respuesta.

Un detalle fundamental a la hora de valorar las piedras labradas es que su tamaño está en proporción directa a la importancia del tema que se relata en dichas piedras. Esto querría decir que, cuanto más pesada fuera la piedra y cuanto más trabajo y esfuerzo se hubiera empleado a la hora de la grabación, más trascendental era la información que se exponía. De ahí, por tanto, que los altorrelieves señalaran generalmente conocimientos mucho más decisivos que los simples grabados. Éste era el caso, por ejemplo, de la pesada piedra referida al stegosaurus,

Así sucede igualmente con otra formidable mole de piedra de media tonelada en la que se muestra una matanza de hombres por parte de los dinosaurios. En aquella descomunal piedra pueden verse unos altorrelieves en que se muestra como saurios prehistóricos de varios tipos devoran y atacan a hombres. Es curioso que otras piedras en que estos hombres grabaron también ciervos, caballos y una extensa gama de animales, son más pequeñas. Pero en este caso, con los grandes reptiles, no ocurre lo mismo. Casi todos están grabados en piedras de gran tamaño y peso. Casi todos en altorrelieves. ¿Por qué razón?

Todo parece indicar que en estos casos, cuando se toca el tema de los dinosaurios, no se trata ya de cacerías más o menos deportivas. Se trata de la guerra de aquella civilización contra sus mortales enemigos. Por eso plasmaban estas escenas en piedras mayores, con altorrelieves. En demostración de lo que decimos hay otra gran piedra en que se muestra que el hombre no debía aproximarse ni entrar en el lugar que señala la roca labrada. Si lo hacía, podía morir. En esta piedra se está señalando un área donde vivían dinosaurios adultos y las formas intermedias de éstos. Eran terrenos de dominio de los grandes saurios.

En otra de las piedras grabadas puede observarse un hombre que sostiene un extraño corazón. Y junto al hombre se encuentra un reptil prehistórico de gran aleta dorsal y que, según la Paleontología, apareció en el Carbonífero Superior, subsistiendo hasta el período Pérmico Medio. Es decir, en plena Era Paleozoica o Primaria. Este grabado nos está revelando el profundo conocimiento que tenía aquella civilización de la fisiología y anatomía de sus innumerables enemigos.

En una serie de piedras dedicadas a los saurios prehistóricos se pueden distinguir hasta 37 tipos distintos de grandes saurios, perfectamente clasificados por la Paleontología, así como otros muchos, desconocidos aún para la ciencia moderna. Todas las piedras y todas las series están vinculadas entre sí. Y buena prueba de ello es una serie que reflejaba los hemisferios oriental y occidental del Planeta, grabados en dos pesadas piedras circulares. Hemisferios donde apenas si se pueden reconocer los continentes que hoy habitamos. Hemisferios que constituían el globo terráqueo… hace millones de años. Y en estas piedras de los viejos continentes hay varias desconcertantes sorpresas: allí aparecen grabados lo que parecen ser continentes hoy desaparecidos y que hemos dado en llamar Atlántida y Mu. Y en dichas masas continentales figuran las razas que los poblaron.

Pero la piedra más sorprendente de las encontradas es una en dos de las caras laterales de la roca se ven tres seres —idénticos en su fisonomía a los que aparecen en las restantes piedras grabadas— que portan catalejos y que miran hacia la parte superior de la piedra, en que pueden observarse estrellas, cometas, nebulosas, constelaciones y toda una serie de signos, Parece que representan trece constelaciones, que incluyen las Pléyades y las doce constelaciones conocidas Aquellos tres astrónomos observan la bóveda celeste, perfectamente grabada en la parte superior de la piedra. Y parece que para aquella civilización, las Pléyades tenían una importancia significativa.

Las Pléyades, según Isaac Asimov, es considerado como un pequeño cúmulo de estrellas de brillo moderado de la constelación de Tauro. Nueve de las estrellas del cúmulo son suficientemente brillantes como para poder ser observadas a simple vista, aunque algunas de ellas se encuentran muy juntas y es difícil distinguirlas por separado. Este cúmulo ha sido denominado por la mitología las Siete Hermanas. Cuando en 1610 Galileo enfocó su telescopio hacia las Pléyades, comprobó que podía contar sin esfuerzo 36 estrellas.

Los astrónomos han estimado que la distancia media entre las estrellas del cúmulo de las Pléyades equivale sólo a un tercio de la separación interestelar media en las proximidades de nuestro sistema solar. Hoy se sabe que el grupo entero se encuentra a unos 400 años-luz de nosotros y que abarca una región del espacio de unos 70 años-luz de diámetro. Aún cuando las Pléyades son el cúmulo más grandioso de cuantos se pueden observar a simple vista, no constituyen sino una muestra sumamente pálida del espectáculo que se nos ofrece a través del telescopio.

Pero en el firmamento de esta gran piedra también está grabado nuestro Sistema Solar. En este grabado aquellos seres nos indican que eran capaces de observar el Cosmos Y por descontado que con simples catalejos habría sido imposible observar constelaciones que están tan alejadas de la Tierra. Esta civilización nos está señalando que tenían capacidades de visión telescópica y que podían dirigir sus aparatos de astronomía hacia aquellos lugares del Universo que desearan, escrutando así las maravillas del espacio.

Pero en esta fantástica piedra hay algo más. En muchas de las grabaciones se repiten unos símbolos que probablemente constituyen una clave para la lectura de estas piedras. Esos símbolos, en una determinada posición, parece que significan vida inteligente, mientras que en otra posición indican que no hay vida inteligente. Pues bien, este elemento se encuentra también repartido aquí y allá, entre las distintas constelaciones y astros que han quedado grabados en esta bóveda celeste.

En efecto, unas diminutas hojas rayadas, así como unos extraños rombos y pequeños cuadrados aparecen grabados en las distintas figuras que representan las nebulosas y planetas. Parece que estos seres tenían conocimiento de la existencia de vida en el espacio exterior y que estaban observando si hay vida en el firmamento. Y si la interpretación de los símbolos es correcta, parece que en las Pléyades había vida inteligente.

Aquí hay que aclarar que la edad del terreno donde se han extraído estas piedras (Ocucaje y Nazca) pertenecen a una de las placas antiguas del planeta. Su antigüedad, por tanto, sería francamente difícil de precisar. Quizá entre 200 y 500 millones de años. Pero, ¿Quién puede saberlo realmente?

Según el doctor Cabrera, el descubridor de la biblioteca de piedra, parece que la edad en que vivió esta civilización que grabó las piedras podría ser contabilizada, más que por años, por ciclos solares. En el estudio de las piedras se pudo observar que esta civilización contaba el tiempo en meses de 28 días. Al multiplicar esos 28 días por 13 constelaciones se obtienen 364 días, que se supone era la duración del año en aquella época. O sea, que la Tierra empleaba en aquellos tiempos un total de 364 días para cubrir una vuelta completa en torno al Sol.

Pero, ¿por qué 364 días? ¿Y por qué nuestro mundo da hoy 365,25 días en completar esa misma órbita? Esta era la primera de las trascendentales pruebas que ofrece esta piedra sobre la antigüedad de la gente que la grabó. Nosotros llamamos año al tiempo que la Tierra necesita en dar una vuelta completa alrededor del Sol. Y según los más avanzados cálculos astronómicos, ese movimiento de traslación se cubre en 365 días más unas pocas horas.

Y, ¿a qué es debida esta diferencia entre el año de 364 días de aquella civilización y el nuestro de 365,25 días? Está demostrado que el Sol pierde materia. Y está demostrado también que esa pérdida de materia, aunque mínima, tiene unos efectos concretos sobre los planetas que giran alrededor del astro rey. Al perder materia, la atracción ejercida por el Sol sobre los astros que se mueven en torno suyo es ligeramente menor. Esto provoca un alargamiento de la elipse que dibuja la Tierra en su órbita alrededor del Sol. ¿Y qué sucede cuando la elipse de la Tierra se alarga? Lógicamente, que el año también se alarga.

Entonces, ¿no será que ese día y esas horas de más nos están midiendo realmente el tiempo transcurrido entre el hombre que grabó estas piedras y nosotros? Si llevamos estos razonamientos a cifras matemáticas sabemos que cada 100 siglos se produce un segundo de diferencia. Según estos cálculos esta civilización habría existido hace 840 millones de años. Probablemente hay algún cálculo incorrecto, ya que esta antigüedad, incluso para los dinosaurios, parece excesiva. Pero lo que si parece indicar es una antigüedad de muchos millones de años.

Entre los signos que aparecen grabados en la bóveda celeste de la piedra se observa un corneta. Además del zodíaco, con trece constelaciones también figura nebulosa Cabeza de Caballo, denominada así por su semejanza con la cabeza de un caballo. Una nebulosa que la Astronomía califica como oscura y que se encuentra situada en las proximidades de una de las estrellas del cinturón de Orión. Y además de las constelaciones, del cometa ya citado, de los planetas y de la nebulosa Cabeza de Caballo había otros elementos. Y uno de ellos parecía un eclipse anular de Sol.

Y el 24 de diciembre de 1973 el cometa Kohoutek estuvo más cerca que nunca de la Tierra en su viaje por el cosmos. Y se registró igualmente el eclipse anular de Sol. La Luna se colocó durante unos segundos ante el disco solar, formando un majestuoso anillo. Y Venus y Júpiter se situaron en la posición señalada por los astrónomos y por las grabaciones en aquella piedra de Ica.

Eran, pues, 13 elementos zodiacales, 2 planetas, la Luna, el Sol, la nebulosa Cabeza de Caballo y el cometa Kohoutek, coincidiendo con la más absoluta precisión. En total, 19 factores. Había que descartar, necesariamente, la coincidencia. Los seres que habían grabado aquella piedra habían tenido conocimiento de la existencia de este cometa.

Los astrónomos dijeron en un principio que el cometa Kohoutek tenía una órbita de 10.000 años. Poco después rectificaron y la incrementaron hasta los 40.000. Por último dejaron sentado que la órbita del Kohoutek era más bien parabólica y algunos astrónomos barajaron cifras de millones de años para su órbita.

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Las piedras nos estaban cuantificando el tiempo transcurrido entre aquella civilización y la nuestra. Podemos percibirlo a través de la fauna ya extinguida, de los continentes que desaparecieron y por la propia diferencia de la morfología de aquellos hombres.

Pero, si hace tantos millones de años hubo otros seres humanos, ¿cuántas civilizaciones, todavía desconocidas y olvidadas, poblaron igualmente nuestro mundo entre el entonces y ahora?

Hay que reconocer que todo lo relacionado con la biblioteca de piedra de Ica parece realmente fantástico, aunque resulta difícilmente concebible que sean falsificaciones de los indígenas de la zona. Lo que es cierto es que con métodos como el Carbono.14 es prácticamente imposible determinar la supuesta gran antigüedad de estas piedras. Las razones principales en favor de la fiabilidad de estas piedras lo constituyen los conocimientos que aportan y que parecen difíciles de imaginar en los indígenas de la zona y por el ingente trabajo que implicaría grabar estas miles de piedras y darles una patina de antigüedad. Pero cada uno es libre de decidir.


http://oldcivilizations.wordpress.com/2010/08/08/%C2%BFexistio-una-civilizacion-que-coexistio-con-los-dinosaurios/

La Atlántida: su recuerdo está registrado en leyendas y mitos

Es realmente revelador que la tradición de una gran inundación, tal como se explica en la Biblia, sea también compartida por las tradiciones sumerias, babilonias, persas, egipcias, griegas, romanas, en distintas culturas del Mediterráneo, en las culturas americanas y en las de la India y la China. Los relatos sobre una gran inundación y sobre la supervivencia, mediante la construcción de una nave, de seres elegidos por los dioses, se difundieron por Asia a través de las grandes rutas de caravanas. Pero resulta difícil explicar la similitud entre las antiguas leyendas célticas y noruegas. Y aún más difícil explicar que los indios americanos del Nuevo Mundo tengan sus propias leyendas sobre la inundación, en las que se afirma que su salvación se debió a que llegaron a sus nuevas tierras navegando desde Oriente.

De ahí que, al estudiar estas leyendas, surge un hecho evidente y sorprendente: todas las culturas parecen contar la misma historia. Es natural que los pueblos mediterráneos hayan conservado una tradición acerca de un desastre común, pero ¿cómo habrían llegado los indios de los continentes americanos a conocerla y a tener leyendas casi idénticas? Por ejemplo, según los antiguos documentos aztecas, escritos en jeroglíficos, el Noé de los cataclismos mexicanos fue Coxcox, también llamado Teocipactli. El y su mujer se salvaron en un bote fabricado con madera de ciprés. Y se han descubierto pinturas que narran el diluvio y la epopeya de Coxcox entre los aztecas, miztecas, zapotecas, tlascalanos y otros pueblos.

La tradición de estos pueblos americanos muestra coincidencias todavía más asombrosas con la historia que conocemos a través del Génesis y de fuentes sumerias. Cuenta cómo Teocipactli y su mujer se embarcaron en un espacioso navío, junto a diversos animales y con un cargamento de granos cuya conservación era esencial para la supervivencia de la raza humana. Cuando el gran dios Tezxatlipoca dispuso el retiro de las aguas, Teocipactli mandó un buitre volando desde la balsa y el ave, que se alimentó de los cadáveres con que estaba cubierta la tierra, no regresó. Teocipactli envió a otros pájaros y el único que volvió fue el colibrí, que trajo una rama muy frondosa en su pico. Viendo entonces que el campo comenzaba a cubrirse de vegetación, dejó su balsa en la montaña de Colhuacán. No hace falta hacer referencia a su similitud con el relato bíblico.

El Popol Vuh es una crónica maya-quiché escrita en formato de jeroglíficos. El original fue quemado por los españoles en la época de la conquista, pero luego el texto fue transcrito de memoria al alfabeto latino. Esta leyenda maya dice: “Luego las aguas fueron agitadas por voluntad del Corazón del Cielo (Hurakán) y una gran inundación se abatió sobre las cabezas de estas criaturas… Quedaron sumergidas, y desde el cielo cayó una sustancia espesa como Resina (¿?)… la faz de la Tierra se oscureció y se desencadenó una lluvia torrencial que siguió cayendo día y noche… Se escuchó un gran ruido sobre sus cabezas, un estruendo como producido por el fuego. Luego se vio a hombres que corrían y se empujaban, desesperados, querían trepar sobre sus casas y las casas caían a tierra dando tumbos, trataban de subir a las grutas (cavernas) y las grutas se cerraban ante ellos… Agua y fuego contribuyeron a la ruina universal, en la época del último gran cataclismo que precedió a la cuarta creación…

Los primeros exploradores de América del Norte consiguieron transcribir la siguiente leyenda de las tribus indígenas que vivían en torno a los grandes lagos: “En épocas pasadas, el padre de las tribus indígenas vivía en dirección al sol naciente. Cuando le advirtieron en un sueño que iba a desencadenarse un diluvio sobre la tierra, construyó una balsa, en la que se salvó junto a su familia y todos los animales. Estuvo flotando de esta manera durante varios meses. Los animales, que en esa época podían hablar (en la Cábala, la magia del Renacimiento y la alquimia, el lenguaje de los pájaros era considerado un lenguaje secreto y perfecto, y la clave hacia el conocimiento perfecto), se quejaban abiertamente y murmuraban contra él. Por fin apareció una nueva tierra, en la que desembarcó con todos los animales, que desde aquel momento perdieron el habla, como castigo por sus murmuraciones contra su salvador“.

George Catlin, uno de los primeros estudiosos de los indios de los Estados Unidos, cita una leyenda cuyo principal protagonista es conocido como “el único hombre” que viajaba por el poblado, se detenía en cada vivienda y gritaba hasta que el propietario salía y preguntaba que ocurría. Entonces, el visitante respondía relatando “la terrible catástrofe que se había abatido sobre la Tierra, debido al desbordamiento de las aguas” y decía que era la ” única persona que se había salvado de la calamidad universal“, que había atracado su gran canoa junto a una gran montaña situada al Oeste, donde ahora vivía, que había venido para instalar una tienda a la que cada uno de los dueños de las casas de la tribu debía llevar una herramienta afilada con el objeto de destruir la tienda, ofreciéndola como sacrificio a las aguas, ya que con herramientas afiladas se construyó la gran canoa y si no se hiciera así, habrá otra inundación y nadie se salvará.

Uno de los mitos de los hopi describe una tierra en la que existían grandes ciudades y en la que florecían las artes. Pero, cuando las gentes se corrompieron y se volvieron belicosas, una gran inundación destruyó el mundo. “La tierra fue batida por olas más altas que las montañas, los continentes se partieron y se hundieron bajo los mares“. La tradición de los iroqueses sostiene que el mundo fue destruido una vez por el agua y que solamente se salvaron una familia y dos animales de cada especie. Los indios chibchas, de Colombia, conservan una leyenda según la cual el diluvio fue causado por el dios Chibchacun, a quien Bochica, el principal dios y maestro civilizador, castigó obligándole a llevar para siempre la tierra sobre las espaldas. Los chibchas dicen también que los terremotos se producen cuando Chibchacun pierde el equilibrio.

En la leyenda griega, Atlas soportaba sobre sus espaldas el peso del cielo y ocasionalmente también el del mundo. En la leyenda chibcha sobre la inundación existe otra notable analogía con la leyenda griega. Con el fin de liberarse de las aguas que inundaron la tierra después del diluvio, Bochica abrió un agujero en la tierra, en Tequendama, algo semejante a lo que ocurrió con las aguas de la inundación en la leyenda griega, que desaparecieron por el orificio de Bambice. Estas leyendas son en general tan similares a las nuestras, que resulta difícil pensar que eran habituales antes de la llegada del hombre blanco al Nuevo Mundo. Los invasores españoles del Perú descubrieron que la mayoría de los habitantes del imperio inca creían que había habido una gran inundación, en la que perecieron todos los hombres, con excepción de algunos a quienes el Creador salvó para repoblar el mundo.

Una leyenda inca acerca de uno de esos sobrevivientes señala que conoció la proximidad de la inundación al observar que sus rebaños de llamas miraban hacia el cielo fijamente y con gran tristeza. Avisado por estas señales, pudo trepar a una alta montaña, donde él y su familia se pusieron a salvo de las aguas. Otra leyenda inca afirma que la duración de las lluvias fue de sesenta días y sesenta noches, es decir, veinte más que los que se mencionan en la Biblia. En la costa oriental de Sudamérica, los indios guaraníes conservan una leyenda que dice que, al comenzar las lluvias que habrían de cubrir la tierra, Tamenderé permaneció en el valle, en lugar de subir a la montaña con sus compañeros. Cuando se elevó el nivel de las aguas, trepó a una palmera y se dedicó a comer fruta mientras esperaba. Pero las aguas siguieron subiendo, la palmera fue arrancada de raíz y él y su familia navegaron sobre ella mientras la tierra, el bosque y finalmente las montañas desaparecían. Dios detuvo las aguas cuando tocaron el cielo y Tamenderé, que ahora había flotado hasta la cumbre de una montaña, descendió al escuchar el ruido de las alas de un pájaro celestial, señal de que las aguas se estaban retirando y comenzó a repoblar la tierra.

Los distintos Noés del Mediterráneo, de Europa y del Oriente Medio nos son más conocidos, gracias a documentos escritos. Por ejemplo, Ut-Napshtim, de Babilonia; Baisbasbate, el sobrevivientede la inundación de que se habla en el Mahabarata, de la India; Yima, de la leyenda persa, y Deucalión, de la mitología griega, que repoblaron la tierra arrojando piedras que se convirtieron en hombres. Aparentemente, no hubo un solo Noé sino muchos, cada uno de los cuales, según la tradición, ignoraba la existencia de los otros. En todos estos casos, la razón por la que se produjo el diluvio es casi siempre la misma: la Humanidad se tornó malvada y Dios decidió destruirla. Pero, al mismo tiempo, resolvió que una buena pareja volvieran a empezar.

Este recuerdo común acerca del gran diluvio sería sin duda compartido por los pueblos de ambos lados del Atlántico, si la Atlántida se hubiese hundido en la catástrofe descrita por Platón. No sólo habrían crecido las mareas en el mundo entero, sino que las tierras bajas habrían quedado sumergidas y las tormentas, tempestades, vientos desatados y terremotos habrían llevado a los observadores a creer que estaba llegando realmente el fin del mundo. Y el capítulo séptimo del Génesis ofrece un testimonio particularmente significativo del fenómeno del incremento del nivel del agua y las lluvias: “El mismo día se rompieron todas las fuentes de la gran profundidad y se abrieron las ventanas del cielo…

Estas leyendas compartidas por tantos pueblos, acerca de una gran inundación podrían aludir al hundimiento de la Atlántida o al desbordamiento del Mediterráneo, o tal vez a ambos. Sin embargo, además de esas tradiciones comunes, debemos tener en cuenta la cuestión del nombre mismo, es decir, los nombres que se atribuyen al paraíso terrenal o al lugar de origen de la nación o tribu, que resultan especialmente asombrosos en las tradiciones de los indios de América del Norte y del Sur, como hemos visto en los casos de Aztlán y Atlán, Tollán y muy notables al otro lado del Atlántico. Allí encontramos la similitud de los nombres de las tierras perdidas, como Avalon, Lyonesse, Ys, Antilla, la isla atlántica de las siete ciudades y en el antiguo Mediterráneo, Atlántida, Atalanta, Atarant, Atlas, Auru, Aalu y otras. Todas estas leyendas se refieren a un territorio hundido bajo el mar.

Reviste gran importancia la consideración de que algunas de esas culturas conservan tradiciones en las que se afirma que son descendientes de los atlantes o que sus antecesores se vieron culturalmente influidos por ellos. Esto es así especialmente en el caso de los vascos del Norte de España y de la Francia sudoccidental, cuyas lenguas no guardan relación con las demás lenguas europeas. Los bereberes todavía conservan tradiciones acerca de un continente situado en Occidente y su lenguaje tiene ciertas similitudes con el vasco. En Brasil, Portugal y en parte de España, está muy extendida la creencia acerca de la existencia de la Atlántida, lo que resulta lógico cuando uno piensa que, si la isla-continente existió, la parte occidental de la Península Ibérica fue la zona de Europa más cercana a ella.

La Atlántida, de Jacinto Verdaguer, publicada en 1878, poema que se ha convertido en uno de los clásicos catalanes, es sólo una de las numerosas creaciones literarias de autores que se consideran directa o indirectamente descendientes del continente perdido. Tiene cierto encanto, por ejemplo, leer en un periódico portugués de nuestros días que el Jefe del Estado ha hecho una visita a “los vestigios de la Atlántida”. Con ello se alude, naturalmente, a las islas Azores, en las que existen tradiciones acerca de la isla-continente, que fueron transmitidas por los portugueses, que encontraron las Azores deshabitadas.

Los habitantes de las islas Canarias eran una antigua raza blanca, como señalaron los primeros exploradores españoles, que conocían la escritura y que contaban con tradiciones que les señalaban como sobrevivientes de un imperio anterior. Su supervivencia concluyó con su redescubrimiento, ya que fueron exterminados en una serie de guerras con los invasores españoles. A consecuencia de ello se ha perdido lo que podría haber sido tal vez el único vínculo directo entre la Atlántida y nuestra época. Los pueblos celtas del oeste de Francia, Irlanda y Gales guardan recuerdos de antiguos contactos con las gentes de las tierras del mar. En Bretaña existen antiguas avenidas de menhires, colosales piedras verticales que descienden hasta el borde del Atlántico y continúan bajo el mar.

Si bien ni siquiera los más entusiastas atlantólogos han sugerido que estos caminos submarinos pueden conducir a la Atlántida, lo más probable es que realmente llevasen a los campamentos galos cercanos a la costa y que ahora están sumergidos, ya que la costa francesa ha retrocedido considerablemente desde que fue colonizada. Sin embargo podríamos tener razón al considerar que esos caminos llevan, efectivamente, a la Atlántida, ya que señalan una dirección que nos conduce a un lugar que existe en el recuerdo y llaman nuestra atención sobre los territorios perdidos bajo el mar.

Si existió la Atlántida, y si su civilización fue realmente destruida, ¿por qué no se organizaron operaciones de búsqueda más completas para averiguar lo que había ocurrido? Tal vez para quienes vivieron en aquella época era como si hubiera sobrevenido el fin del mundo y por tanto, pensaban que se debía evitar aventurarse por el Atlántico. Por los conocimientos de que disponemos ahora, los fenicios, a quienes algunos especialistas consideran sobrevivientes de la Atlántida, y sus descendientes los cartagineses fueron los únicos antiguos navegantes que se adentraron en el Atlántico, más allá de Gibraltar. Aquellos marinos tuvieron grandes dificultades para mantener en secreto sus provechosas rutas comerciales y para impedir que los romanos y otros posibles competidores interfirieran en su tráfico.

Se sentían muy deseosos de perpetuar la referencia platónica de que el océano no era navegable y resultaba impenetrable en aquellos lugares “porque hay una gran cantidad de barro en la superficie, provocado por los residuos de la Isla …“, Según el poeta Avieno, el almirante cartaginés Himilco hizo la siguiente descripción de un viaje que llevó a cabo por el Atlántico en el año 500 a.C.: “Tan muerto es el perezoso viento de este tranquilo mar, que no hay brisa que impulse el barco… entre las olas hay muchas algas, que retienen el barco como si fuesen arbustos… el mar no es muy profundo y la superficie de la tierra está apenas cubierta por un poco de agua… los monstruos marinos se mueven continuamente hacia atrás y hacia adelante y hay algunos monstruos feroces, que nadan entre los navios que se deslizan lentamente …”,

Otro de los documentos de la Antigüedad relacionado con la Atlántida es la “Descripción de Grecia”, de Pausanias, donde cita a Eufemos, el fenicio. Como podrá verse, el informe de Eufemos previene contra cualquier viaje por el Atlántico, pero especialmente hace la advertencia de que las mujeres no debían hacerlo de ninguna manera: ”En un viaje a Italia fue desviado de su curso por los vientos y llevado mar adentro, más allá de las rutas de los pescadores. Afirmó que había muchas islas deshabitadas, mientras en otras vivían hombres salvajes… Las islas eran llamadas Satirides por los marineros y los habitantes eran pelirrojos y lucían colas que no eran mucho menores que las de los caballos. En cuanto avistaron a sus visitantes, corrieron hacia ellos sin lanzar un grito y atacaron a las mujeres del barco. Finalmente, los marineros, temerosos, lanzaron a la costa a una mujer extranjera. Los sátiros la ultrajaron, no sólo de la manera usual, sino también en la forma más horrorosa…

Otro asombroso incidente contribuyó a disuadir a los investigadores griegos del océano: “después de conquistar Tiro, en Fenicia, Alejandro Magno envió una flota al océano, para llevar a cabo la posible conquista de otras ciudades o colonias fenicias que pudieran hallarse más allá del Mediterráneo. La flota se adentró en el océano… y no se volvió a saber de ella”. Los cartagineses hicieron todo lo posible por mantener en secreto sus rutas comerciales del Atlántico ante griegos y egipcios, pero especialmente ante los romanos. Cuando ya no bastaron las leyendas acerca de los monstruos para impedir la competencia, recurrieron a medidas más resolutivas. La historia nos relata incidentes en que los barcos cartagineses eran deliberadamente hundidos, para no revelar su destino, cuando los barcos romanos los seguían más allá de Gibraltar.

Entre las tierras que frecuentaron estos antiguos marinos en el Atlántico figuró, según informa Aristóteles, la isla de Antilla, que tenía un nombre similar al de Atlántida. Los cartagineses tenían tal afán de mantener el secreto sobre su existencia, que la sola mención de su nombre fue castigada con la pena de muerte. Se cree que conquistaron Tartessos, una rica y civilizada ciudad de la costa occidental de España, cerca de la desembocadura del Guadalquivir, que era tal vez la Tarshish mencionada en la Biblia por Ezequiel, quien dijo “Tarshish fue vuestro comerciante, en razón de la multitud de toda clase de riquezas; con plata, hierro, estaño y plomo que ofrecían en vuestras ferias…“. En todo caso, Tartessos y su cultura desaparecieron en el siglo VI a.C. Si como se ha sugerido fue una colonia de la Atlántida, su destrucción significa la pérdida de otro posible vínculo con la isla sumergida y sus memorias, ya que, según se dice, conservaba documentos escritos de una antigüedad de seis mil años.

Los mitos acerca de los territorios e islas desaparecidas que cultivaron los pueblos que poblaban las costas del Atlántico oriental hacen referencia a lugares con nombres que suelen evocar recuerdos de la Atlántida, como es el caso de Avalon, Lyonesse, Antilla y otros muy distintos, como la isla de san Brandan y el Brasil. En otros casos se les describe simplemente como “la isla verde bajo las olas“. Hasta tal punto creyeron los irlandeses en la existencia de la isla de san Brandan, que enviaron media docena de expediciones a buscarla durante la Edad Media y se firmaron acuerdos por escrito determinando su división, una vez que hubiere sido hallada. Brandán el Navegante, también llamado Borondón, fue uno de los grandes monjes evangelizadores irlandeses del siglo VI. Abad del monasterio de Clonfert (Galway, Irlanda) que fundó en el 558 ó 564, fue protagonista de uno de los relatos de viajes medievales más famosos de la cultura celta medieval, relatado en la “Navigatio Sancti Brandani”, una obra que fue redactada en los siglos X o XI.

La leyenda de su viaje se extendió durante siglos por la Europa cristiana; de acuerdo con la citada Navigatio partió el 22 de marzo del 516 con otros diecisiete monjes en un barco para buscar el Paraíso Terrenal. Después de un largo viaje, recaló en un mar lleno de islas, la identidad de las cuales ha sido motivo de controversias, y se ha afirmado que posiblemente se tratara de la Terranova, lo que convertiría a Brandán en el primer europeo en llegar a América. También se la identifica con las islas del mar Caribe o las islas Canarias. La leyenda cuenta que los monjes celebraron una misa de resurrección en una isla que resultó ser una ballena, y ahí nació la leyenda de la isla errante en las aguas del Océano Atlántico.

Antilla es el mismo nombre que los cartagineses con tanto afán procuraron mantener en secreto, ya que fue considerada por los pueblos hispánicos como el lugar de refugio durante la conquista de España por los árabes. Se cree que los refugiados que escapaban de ellos navegaron hacia Occidente, conducidos por un obispo, y llegaron sanos y salvos hasta Antilla, donde construyeron siete ciudades. En los antiguos mapas se la sitúa generalmente en el centro del Océano Atlántico.

Los esfuerzos de fenicios y cartagineses por mantener en secreto el Atlántico a otros pueblos marineros dieron como resultado la perpetuación de la idea de que el Atlántico era un mar condenado. Sin embargo, la Humanidad nunca olvidó las Islas Afortunadas y otros territorios perdidos. En los mapas anteriores a Colón aparecen una y otra vez, ya sea cerca de España o en el borde occidental del mundo: Atlántida, Antilla, las Hespérides y las “otras islas”. Como dijo Platón, “y desde las islas se podría pasar hacia el continente opuesto, qué bordea el verdadero océano“.

Mientras la Humanidad recuerda la Atlántida a través de leyendas, algunos animales, pájaros y criaturas marinas parecen haber conservado también un recuerdo instintivo de la isla continente. El leming, un roedor noruego, se conduce de una manera muy curiosa. Cada vez que se produce un exceso en su población y por consiguiente se produce un problema de escasez de alimentos, se reúnen en manadas y se precipitan a través del país, cruzando los ríos que encuentran en el camino, hasta que llegan al mar. Luego, penetran en el agua y nadan hacia Occidente, hasta que todos se ahogan. Las leyendas confirman lo que los atlantólogos sugerirían: que la manada trata de nadar hacia un territorio que solía encontrarse hacia Occidente y donde podían encontrar comida cuando se les agotaban las provisiones locales.

En las bandadas de aves migratorias que, procedentes de Europa, cruzan anualmente el océano en dirección a Sudamérica se ha observado un comportamiento aún más notable, motivado tal vez por un instinto conservado en su memoria. Al aproximarse a las Azores, las aves comienzan a volar en grandes círculos concéntricos, como si buscasen un territorio donde descansar. Cuando no lo encuentran, prosiguen su camino. Más tarde, en el viaje de regreso repiten la maniobra. No ha podido establecerse si los pájaros buscan tierra o comida. El aspecto más interesante de este hecho es que el hombre atribuye a las aves su propia convicción, lo que es sin duda una actitud muy imaginativa, digna de la época de la leyenda, cuando hombres y animales intercambiaban sus pensamientos mediante el habla.

Hay otra muestra de memoria animal que resulta aún más sorprendente, aunque no constituye una prueba definitiva. Es la relativa al ciclo vital de las anguilas europeas. Aunque resulte extraño, Aristóteles, tan escéptico frente al relato de Platón sobre la Atlántida, interviene en esta cuestión que a menudo se citaba como demostración de la existencia de la isla sumergida. Aristóteles, interesado como estaba en todos los fenómenos naturales, fue el primer naturalista que se sabe que planteó el problema de la multiplicación de las anguilas. ¿Dónde se reproducen? Aparentemente, en algún lugar situado en el mar, ya que abandonan sus estanques, arroyos y ríos cada dos años y nadan a lo largo de los grandes ríos quedesembocan en el mar.

Esto era todo lo que se sabía acerca del lugar en que se reproducían las anguilas, desde que Aristóteles planteó la cuestión, hace más de dos mil años. No se pudo llegar a determinar el lugar hasta hace veinte años, y resultó ser el Mar de los Sargazos, una masa de agua llena de algas, situada en el Atlántico Norte, que rodea las Bermudas y que tiene una extensión equivalente a la mitad de los Estados Unidos. La travesía de las anguilas, bajo la forma de un enorme cardumen migratorio, ha podido conocerse con exactitud gracias al vuelo de las gaviotas que lo siguen y a los tiburones que nadan junto a él y que se alimentan de anguilas a medida que la migración se hace mayor.

El mar de los Sargazos es una región del océano Atlántico septentrional que se extiende entre los meridianos 70º y 40º O y los paralelos 25º a 35º N, y que en los siglos XVII al XVIII tuvo la tétrica fama de ser lugar de cementerio de buques de navegación a vela. Abarca parte del sector llamado Triángulo de las Bermudas. El Mar de los Sargazos fue uno de los descubrimientos de Cristóbal Colón en su primer viaje a América y en el siglo siguiente se comenzó a gestar fama de cementerio de barcos.

El sector con una superficie total de 3.500.000 km2, que se caracteriza por la frecuente ausencia de vientos, corrientes marinas, y la abundancia de plancton y algas, estas últimas formando bosques marinos superficiales que pueden extenderse de horizonte a horizonte y constituyeron junto a las calmas chichas un formidable escollo para la navegación desde la época del descubrimiento de América. Las corrientes circundantes se interceptan tangencialmente impulsando las aguas interiores en un lento círculo de sentido horario y concéntrico, cuyo amplio centro no tiene movimiento aparente y es de una calma eólica notable. En efecto, el área, de forma ovalada, es de límites difusos ya que no baña tierra firme, con la única excepción de las islas Bermudas, y sus límites lo constituyen importantes corrientes oceánicas: al Oeste la Corriente del Golfo, al Norte la del Atlántico norte y al Sur una de las corrientes ecuatoriales.

Las corrientes que lo circundan determinan un sistema de aguas superficiales relativamente cálidas que se mueven muy lentamente en sentido horario, sobre las aguas más profundas del océano, mucho más frías y densas. Esta estratificación del agua por densidades, provocada por la diferencia de temperatura, tiene importantes consecuencias ecológicas. En las aguas superficiales, donde llega la luz, abunda el plancton vegetal, que consume sales como los fosfatos y nitratos. Debido a la diferencia de densidad, el agua de la superficie apenas se mezcla con el agua fría y rica en minerales de las capas inferiores, que podría reponer las sales consumidas. Por esta razón, en las regiones superiores del mar de los Sargazos apenas existe vida animal, y carecería de interés biológico si no fuera por el alga que le da el nombre, el sargazo, que forma grandes campos, rebosantes de organismos marinos.

Fueron los navegantes portugueses quienes pusieron el nombre al alga y al mar. El sargazo es un alga que forma grandes conjuntos enmarañados, que se mantienen a flote por medio de vejigas llenas de gas, y se extienden hasta el horizonte. Con frecuencia, los barcos portugueses se veían frenados por las algas, e incluso llegaban a quedar atascados en ellas, lo que daba a las tripulaciones tiempo de sobra para estudiar la planta. Como procedían de un país donde abundan las vides, los conjuntos de vejigas de gas les parecieron racimos de uvas de una variedad denominada salgazo. Así fue como el mar de los Sargazos adquirió su nombre. El sargazo desciende de un tipo de algas que suelen crecer adheridas a las rocas cercanas a la costa, pero se ha adaptado por completo a la vida pelágica, y ahora flota en las capas superiores del océano. Es el lugar elegido por las anguilas para el desove todo el año.

El cardumen tarda más de cuatro meses en cruzar el Atlántico. Después de desovar en el Mar de los Sargazos, a una profundidad de más de 500 metros, las anguilas hembras mueren y las jóvenes emprenden el viaje de regreso a Europa, donde permanecen durante dos años, para luego volver a repetir el fenómeno. Se ha sugerido que esta migración de las anguilas podría tener una explicación en el instinto de desove que las mueve a retornar a su hogar ancestral, que tal vez era la desembocadura de un gran río que fluía a través de la Atlántida hasta llegar al mar, como el Mississippi en su travesía por los Estados Unidos. Dicho instinto podría compararse en cuanto a su dificultad con el del salmón de Alaska, que debe remontar los ríos contra la corriente, sorteando represas, ya que la anguila debe seguir el curso de un río que ya no existe y que alguna vez fluyó a través de un continente que se hundió hace miles de años.

Muchos han dicho que el Mar de los Sargazos constituía el emplazamiento de la Atlántida o del mar que se hallaba al Occidente de la isla sumergida. Un estudio del fondo de dicho mar podría demostrar válida una de las dos teorías, ya que una parte de los Sargazos cubre las enormes profundidades de las llanuras abisales de Hattaras y Nares, mientras otra se extiende sobre el promontorio de las Bermudas, con sus islas y montañas marinas. Los fenicios y cartagineses contaban que ciertas algas marinas del Atlántico se desarrollaban de tal manera que entorpecían el uso de los remos de las galeras y retenían a los barcos. Si hacían referencia al actual Mar de los Sargazos, no hay duda que eran capaces de navegar largas distancias.

Sin embargo, las algas de este mar no son lo bastante densas como para retener un barco y parece, pues, que los fenicios hubieran inventado semejante historia como otro recurso para disuadir a sus competidores. Sea que las algas del Mar de los Sargazos constituyan restos de la vegetación sumergida de la Atlántida o no, lo cierto es que dicho mar en sí mismo, y sobre todo su ubicación, son temas fascinantes para la especulación.

Puedes consultar información relacionada con este artículo en Atlántida y el Año 10450 a de C; o La Atlántida, ¿es solo una leyenda o es una realidad?


http://oldcivilizations.wordpress.com/2010/11/01/la-atlantida-su-recuerdo-esta-registrado-en-leyendas-y-mitos/

lunes, 1 de noviembre de 2010

Predicciones para el 2011: “Año de Cerrar la Brecha”

Predicciones para el 2011: "Año de Cerrar la Brecha" ~ El Consejo de 12 canalizado por Selacia - (Manantial)

Predicciones para el 2011: “Año de Cerrar la Brecha”
Mensaje del Consejo de 12 canalizado por Selacia
19 de Octubre de 2010

Traducción: Margarita López
Edición: El Manantial del Caduceo
http://www.manantialcaduceo.com.ar/libros.htm

Nota de Selacia: “Este mensaje del Consejo de 12 vino durante la canalización de la meditación global del 25 de septiembre. Un enfoque clave de ese evento durante la semana del equinoccio fue abordar la brecha entre la visión y la realidad manifestada. Como parte de la canalización del grupo y la experiencia de meditación guiada con el Consejo de 12, los participantes anclaron nuevas energías para apoyar el cierre de la brecha.” – Selacia

Durante miles de años ha habido una brecha entre los sueños de los soñadores y lo que era verdaderamente posible.

La conciencia de la humanidad estaba atada por el miedo. La gente era adoctrinada por figuras de autoridad. Las estructuras de la sociedad eran demasiado rígidas para permitir la verdadera creatividad e innovación. Algunas personas lograban liberarse del molde convencional y conectar con su verdadero poder divino de crear. Sin embargo, la persona común y corriente no podía conectar plenamente con su potencial espiritual. El hombre o la mujer común no tenían el combustible espiritual para saltar a través de la brecha.

Las cosas están cambiando ahora. La transformación espiritual de la humanidad, en proceso ya por mucho tiempo, está madurando. Existe una sinergia que se produce a medida que más gente despierta, cuestiona el statu quo, y actúa en formas más iluminadas. Está ocurriendo ya que las personas son más conscientes de la visión más amplia y de las interconexiones entre la gente y la vida en todo el planeta.

El Enfoque en el 2011

En el año 2011, la humanidad volcará su enfoque a cerrar la brecha entre las visiones positivas y lo que se está manifestando en la Tierra. La brecha se refiere a los recursos, el uso apropiado de los recursos y el respeto por la Tierra y toda vida.

La brecha se refiere a los desequilibrios en casi todos los aspectos de la vida – desde cómo coexisten con la naturaleza, cómo cooperan con los demás, y cómo manifiestan sus sueños. La brecha va a captar la atención de personas de todo ámbito, de todas partes del mundo. Cualquiera que busque soluciones positivas para los dilemas personales y planetarios va a estar mirando a esta brecha.

Habrá un sentido de urgencia también, conforme las personas responden a las crisis y al ritmo más rápido de los cambios. En este momento, en la ventana del 2012, se encuentran en un ciclo acelerado de energías que están acumulando impulso e intensidad desde aquí hasta los años más allá del 2012.

Lo que esto significa es que ustedes y la humanidad están experimentando un tiempo de cambios rápidos y revolucionarios.

Todo está sucediendo más rápido que antes. Una de las ventajas obvias de la aceleración es que los cambios positivos pueden ocurrir más rápidamente. Una razón clave para que esto pueda ocurrir es que la gente está cada vez más consciente de lo que está fuera de equilibrio. Hay una mayor conciencia, también, sobre lo que necesita cambiar para corregir los desequilibrios.

¿Qué es la Brecha?

En este momento, están viviendo en una brecha. Este brecha es el espacio energético que se encuentra entre el mundo que quieren manifestar y el que están viviendo ahora. Sus ancestros vivieron también con la brecha. Había normalmente un espacio enorme entre los sueños de sus ancestros y la realidad física que podían manifestar. Las disparidades siempre han estado ahí.

En algunos períodos históricos, la brecha se experimentó de forma diferente que ahora. Los oprimidos que vivían dentro de un sistema de castas no tenían ninguna esperanza de escapar. Al practicante espiritual en una iglesia tradicional, sinagoga, o mezquita, no se le enseñaba que él o ella tenían el mismo potencial espiritual que tenían los dirigentes.

La conciencia de la humanidad en tiempos anteriores no apoyaba el tipo de cambio acelerado que están viendo ahora. No había suficiente gente despierta. No había suficiente gente cuestionando. Cuando la gente en tiempos históricos se atrevía a cuestionar o esperar más, ellos no eran conscientes de cómo funciona realmente la energía. No sabían lo cerca que estaban realmente de sus sueños. No tenían las herramientas para poner en acción sus sueños, tampoco.

Necesidad de Pioneros

No había pioneros delante de ellos, mostrándoles que se podía hacer. Si sus ancestros se hubieran atrevido a soñar el tipo de sueños que tienen ustedes ahora, no habrían entendido la brecha ni cómo cruzarla.

Ustedes y otros como ustedes están aquí para cambiar todo eso. Después de todo, ustedes son Hacedores de Cambios Divinos – que están aquí en la Tierra para crear los cambios que se necesitan ahora.

Lo más probable es que, en los últimos tiempos, hayan tenido muchos altibajos. Probablemente tengan momentos en que cuestionen su habilidad para liberarse de los moldes convencionales. Pueden verse al borde, mirando hacia el vacío, y preguntándose cómo van a llegar al otro lado.

La brecha a veces puede parecer enorme. Es una brecha grande. Es temporal, sin embargo, y se puede cerrar. Esta brecha involucra a toda la humanidad, y por eso es grande. El impacto que tiene sobre cada uno de ustedes y el planeta es profundo.

La Brecha se Convierte en el Centro de Atención

El año 2011 será el año en que la humanidad en general se enfoque en cerrar la brecha. Ustedes ya están enfocados en ello, por supuesto. La energía está presente incluso ahora para que la humanidad cierre la brecha. Sin embargo, las fuerzas del cambio positivo necesitan madurar más – antes de que empiecen a darse cuenta de que, en efecto, se está construyendo el puente.

Recordatorios de la Brecha

Están parados al borde de la brecha. La ven. Saben, en lo profundo de sus huesos, que se puede cruzar. Su sabiduría interior a menudo les recuerda el nuevo mundo más luminoso que existe al otro lado de la brecha. Estos recordatorios no tienen la intención de desalentarlos. Tienen la intención de catalizar su fuego y su pasión por el cambio. Les son dados, para que permanezcan despiertos a su visión.

Como Hacedores de Cambios Divinos, ustedes son pioneros. A menudo muestran el camino para los demás, dando pasos valientemente hacia lo desconocido. Ahora mismo, mientras están leyendo estas palabras, tienen un recordatorio de su rol. Ustedes están entre aquellos que van a ir a la vanguardia – sentando las bases necesarias para cerrar la brecha.

Cómo Cerrar la Brecha

¿Cómo se hace esto? Si el mundo no les está presentando la realidad que quieren tener, recuerden su poder como Hacedores de Cambios Divinos. Pueden cambiar lo que experimentan con su conciencia, y tomando consistentemente acciones diferentes de las que ven que toma el mundo convencional. Ésta es una manera de cerrar la brecha entre la realidad que experimentan ahora y la realidad llena de luz que siempre han soñado crear. El cambio se produce un pensamiento a la vez, una acción a la vez.

Sistemas de Creencias a Nivel del ADN

Otra manera de cerrar la brecha es abordando las visiones limitantes que inconscientemente han adquirido de su linaje, su educación temprana, y la conciencia de las masas. Estas visiones incluyen formas de pensamiento de carencia y limitación. Estos sistemas de creencias basados en el miedo se contienen dentro del ADN de la mayor parte de la humanidad.

Su capacidad para cerrar la brecha en su vida personal está fuertemente influenciada por estos sistemas de creencias limitantes. Pueden pensar positivamente acerca de su éxito, pero los sistemas de creencias a nivel del ADN pueden mantenerlos en la carencia. Esto se debe a que las creencias que no se pueden ver en la mente subconsciente, son muchas veces más poderosas que los pensamientos que están pensando conscientemente. La clave, entonces, es abordar las creencias saboteadoras en el ADN.

Su Cuerpo Físico

También pueden abordar la brecha, enfocándose en su cuerpo físico. Manifestar su visión es más fácil cuando su cuerpo está lleno de vitalidad, su energía está fluyendo, y su cerebro tiene los nutrientes que necesita. Recuerden cuidar de su cuerpo, entonces, ya que es el templo sagrado para su espíritu. Cuando su cuerpo esté atendido, van a tener el combustible para lograr sus sueños en el mundo.

Están a punto de saltar a un nuevo mundo y a una nueva forma de experimentar ser humanos. Como Hacedores de Cambios Divinos, ustedes están a la vanguardia. Están marcando el camino para aquellos que les siguen.

Su Rol Ahora

En la siguiente fase, a medida que descubren cómo cerrar la brecha entre sus realidades, se catapultan a sí mismos hacia un tipo de mundo radicalmente diferente. Al dejar atrás las viejas maneras basadas en el miedo y avanzan, ustedes ponen en marcha un rastro de luz para que otros sigan. Las personas que apenas están despertando van a tener ese rastro de luz como guía. Las generaciones futuras también se beneficiarán de él.

Sepan que siempre es más difícil ser el primero. Siempre es más desafiante ser el pionero. Ustedes toman un riesgo mayor. Se enfrentan a mayores obstáculos. Y, sin embargo, al hacerlo, avanzan exponencialmente en su camino de iluminación. Nada se desperdicia. Todo es fructífero.

Les pedimos que confíen en su poder para crear una nueva Tierra. Les pedimos que confíen en que pueden cerrar la brecha –para ustedes mismos y en beneficio de los demás. Les pedimos que confíen en que hay un propósito divino para su vida y todos los momentos – incluyendo sus más recientes luchas y retrasos.

Mientras continúan el viaje de redescubrimiento de su naturaleza Divina, los rodeamos con nuestro amor y bendiciones. Somos El Consejo de 12.

Copyright 2010 por Selacia, Canal para el Consejo de 12 * Todos los derechos reservados * www.Selacia.com

Estos y otros artículos de interés pueden ser descargados en archivo Word desde el sitio creado en http://www.manantialcaduceo.com.ar/libros.htm para ARTÍCULOS DE INTERÉS


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